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“UN PUENTE BIEN APROVECHADO…”
CUMBRES DE UCANCA
PARQUE NACIONAL DEL TEIDE
MENCEYATO DE ANAGA
PARQUE RURAL DE ANAGA
2/MAYO - 4/MAYO DE 2019 (islas Canarias, Tenerife)
Aprovechando el puente de primeros de mayo se ha realizado esta interesante actividad, ya veterana en el Club, bajo la batuta, como es habitual desde sus inicios, de nuestro consocio José Manuel Cámara, siempre dispuesto a buscar itinerarios sorprendentes por su belleza y exigentes desde el punto de vista deportivo, las dos coordenadas que nos motivan y emocionan a los amantes del deporte en la naturaleza y que en esta ocasión han estado muy presentes.
Se desarrollaron dos actividades, los días 2 y 4 de mayo, con un día de recuperación que para algunos de nuestros colegas finalmente se convirtió en algo más que una jornada de “descanso activo”… Además, en la noche del primer día, pudimos participar en el Baile de Magos, una singular actividad dentro del programa de fiestas de mayo de Santa Cruz de Tenerife. Ataviados con la vestimenta tradicional tinerfeña, la plaza de la Iglesia de la Concepción sirvió de escenario a esta fiesta realmente fuera de lo común por su ambiente y colorido, en la que pudimos tomar parte gracias a nuestros compañeros de la isla.
La primera actividad tuvo como punto de partida el Parador Nacional de las Cañadas del Teide. Allí nos esperaban nuestros amigos Nicolás y Manolo que nos servirían como expertos guías en las dos jornadas deportivas programadas. El desafío del día se centraba en un recorrido por las cumbres de Ucanca, en el Parque Nacional del Teide. Tras un primer tramo de continua ascensión alcanzamos, tras salvar 300 metros de desnivel, la Degollada de Ucanca, en la que tomamos el cordal que nos serviría como mirador excepcional sobre el espectacular paisaje de las Cañadas, los Roques de García, el famoso Roque Cinchado, las Narices del Teide… y, dominando todo, las vastas pendientes del Teide y de Pico Viejo con su magnético atractivo. Desde nuestro “balcón” el aire cristalino y la intensa luz nos hicieron disfrutar intensamente.
En las dos actividades desarrolladas la marcha solo se interrumpió de cuando en cuando a instancia de nuestro consocio, guía y profesor, el tinerfeño Nicolás Martín, que no cejó ni un minuto en su empeño de mostrarnos toda la belleza y excepcionalidad no solo de la geología, la flora y la fauna que nos rodeaba, sino también de la cultura y la actividad humana de la región. Aprendimos con él lo mismo a distinguir el canto de la perdiz moruna o el vuelo del cernícalo común, como la belleza exótica, casi desafiante, del tajinaste rojo o de las no menos bellas, aunque si más discretas, margaritas del Teide, hierba pajonera o la sencilla retama. Nada nos pasó inadvertido en estos dos días gracias a la mezcla de conocimiento y pasión de Nicolás.
Continuando con el relato de la actividad del primer día, nuestra senda nos condujo por la cresta de la pared sur del ingente edificio volcánico de las Cañadas hasta alcanzar uno de los objetivos paisajísticos y deportivos de esta primera jornada, el corto derrame lávico conocido como el Sombrero de Chasna.
Ya en el camino de descenso hacia el final de la actividad, llegamos al Lomo del Asiento o de Los Pegueros, poblado por viejos pinos canarios que mostraban su resistencia firme a sus dos enemigos principales, ambos de la mano humana, el primero desgraciadamente vigente y el otro ya superado: los incendios y la antigua extracción de resina.
Tras un agradable y suave descenso por el pinar alcanzamos la zona recreativa de Las Lajas, lugar donde concluyó la actividad.
Como ya se ha dicho el programa previsto dejaba el día siguiente, 3 de mayo, para descansar como recuperación para la segunda actividad, más larga y exigente en cuanto a distancias y desniveles a salvar que la primera. Esto, además de dar oportunidad a que los “excesos” del Baile de los Magos se “metabolizaran” adecuadamente… no obstante casi nadie descansó de verdad. El inefable espíritu indómito de los “peñalaros/as” se manifestó una vez más con toda su fuerza y nadie se quedó en la cama precisamente. Mención especial merece la pareja superveterana compuesta por Inma y Antonio que se marcaron un diez con su ascensión a Pico Viejo (3.134m), en este día de supuesto “descanso activo”… sin comentarios.
La segunda jornada nos llevó a un escenario tan extraordinario que rayaba en lo sobrecogedor: el Parque Rural de Anaga, Reserva de la Biosfera.
En esta segunda actividad nos esperaba un desnivel positivo superior a 600m con una duración en torno a las siete horas, todo ello literalmente sumergidos en un paisaje asombroso, que levantó entre los participantes entusiasmo y admiración por su parecido con otros lugares por algunos recorridos como Azores, Machu Pichu o el mismísimo Nepal.
El camino comenzó en el mirador de la playa La Trocha, en la localidad de Punta Hidalgo. Una sinuosa y, a tramos, dura senda, nos condujo a través de paisajes de vértigo, en los que la voluntad y el trabajo, inimaginable hoy, de las personas que han venido habitándolos durante siglos, han conseguido trazar caminos casi imposibles en los que incluso encontramos largos tramos de escalones tallados en la roca arenisca. Así, admirados y con el resuello más que agitado, llegamos al caserío de Chinamada, un conjunto de casas-cueva construido sobre un antiguo asentamiento guanche, que ha sido declarado Patrimonio Histórico Cultural, considerado como uno de los asentamientos más antiguos de la isla.
Tras una parada de reagrupamiento y descanso, nos dirigimos a otro extraordinario enclave, El Batán, en el que nuevamente Nicolás nos ilustró sobre el pasado del hombre en este paradisiaco y remoto lugar perdido en el macizo de Anaga. Este lugar ha sido utilizado durante siglos por el hombre y a partir del siglo XVII se extendió en él el uso de los batanes, rudimentarias máquinas de madera para el curtido de telas. Los profundos y verticales barrancos de la zona surtían del agua necesaria para los molinos en los que se trataba el lino.
De nuevo en marcha y cuesta arriba, desde El Batán ascendimos al pequeño caserío de Bejía o Begía, muestra de las viviendas-cueva tradicionales dispersas por toda esta zona. A partir de este punto comenzaremos un largo descenso por uno de los lugares más impresionantes del Macizo de Anaga, que fue el digno remate a una jornada realmente inolvidable: los Canales de Bejía. Justo antes de comenzar a caminar por el canal perdimos de vista a nuestro amigo Chencho, el perrito de uno de nuestros amigos canarios, que haciendo honor al famoso personaje cinematográfico (véase “La Gran Familia” 1962) se nos perdió en loca carrera tras una oveja y, dado lo vertical e intrincado del paraje, hubo que darlo por perdido. Afortunadamente, tras unas horas de zozobra, no hubo que recurrir a D. José Isbert y Manolo, su dueño, pudo encontrarlo vivito y coleando tras su excitante aventura ovina. Terminó así felizmente el segundo día de actividad.
Para el que suscribe, nuevo en el Club, han sido unos días inolvidables, tanto por la actividad montañera en sí misma como, sobre todo, por el excelente ambiente de amistad y confianza que el grupo ha mostrado en todo momento. Había oído hablar de la “Familia Peñalara” y ahora sé que no es una imagen literaria sino una hermosa realidad. Muchas gracias por dejarme ser un poco parte de ella.
Para concluir esta breve reseña de la actividad, es obligado volver a agradecer el esfuerzo organizativo a José Manuel y otros amigos de la isla que nos han mimado en todo momento. Este agradecimiento se extiende, muy especialmente, al “profe Nicolás” que nos ha enseñado mucho sobre geología, botánica, fauna, sociedad… pero, sobre todo ello, nos ha sabido transmitir la excepcionalidad de los paisajes que hemos recorrido y admirado y, más importante aún si cabe, la emoción y el orgullo de ser y sentirse canario desde un profundo sentido universal, alejado de chauvinismos localistas.
Joaquín Ballesteros