Salida a las montañas alicantinas – Vocalía de Jóvenes

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Viernes 1 de noviembre a las 7:00 de la mañana. Termino de meter unos pantalones cortos en la mochila junto con unas chanclas, un cortavientos de montaña, unos pies de gato y otra serie de cosas aparentemente aleatorias. Curioso equipaje para un puente de noviembre, pienso. Termino de desayunar y pongo rumbo hacia Moncloa, desde donde saldremos una hora más tarde hacia Alicante.


Deberíamos estar viajando hacia Pirineos para subir a la Mesa de los Tres Reyes, pero por caprichos de la meteorología nos dirigimos al único sitio de la península donde parece que el pronóstico será favorable. Tengo mis dudas respecto al destino, no lo conozco y tampoco había escuchado que allí se pudiese hacer mucha montaña. El monótono paisaje que atravesamos por la carretera hace que al final termine durmiéndome. Cuando despierto estamos llegando a Alicante y observo como los tonos ocres dominan un paisaje del que emergen unas cuantas montañas, con el mar al fondo.


Llegamos al parking de las Cuevas del Canelobre sobre las 13h, por lo que no tenemos tiempo que perder. Comemos algo y nos ponemos en marcha hacia el Cabeço D'Or, emblemático pico de la zona. Un aire caliente nos acompaña en el ascenso. Es una ruta sencilla pero agradable, llena de detalles en los que fijarse. La vegetación, tan diferente a la que estoy acostumbrada cuando salgo por la sierra de Guadarrama, las historia que nos cuenta Cristina sobre el origen del nombre del pico y la agradable temperatura, hacen que cuando quiera darme cuenta estemos en el modesto vértice geodésico, con el Mediterráneo a nuestros pies. Como es una ruta circular, volvemos al coche por un camino distinto, a donde llegamos con las últimas luces del día.


Esa noche y la siguiente dormimos en casa de unos amigos del club que nos acogen muy amablemente. Hablamos con ellos acerca de montaña, deporte, el club y no paro de sorprenderme por la vitalidad que derrochan.


Al día siguiente nos levantamos pronto para aprovechar bien el día. Nos preparamos para hacer por la mañana la vía ferrata “Penya El Figueret”. Tengo ganas, hace tiempo que no hacía una. Tras un corto pero lioso viaje llegamos por fin al sitio. Comenzamos a subir por las grapas y en poco tiempo nos encontramos en mitad de una pared vertical, miro hacia abajo y todo se me antoja pequeño. De vuelta en el coche comemos algo y nos dirigimos hacia Toix para hacer un poco de escalada, donde decidimos hacer una vía sencilla de tres largos. Comenzamos a subir, pero aunque la temperatura es primaveral, el sol comienza a ponerse pronto y no podemos terminarla. Encendemos los frontales para montar los rápeles, los cuales hacemos por turnos mientras disfrutamos de la puesta de sol con el mar a nuestros pies. Ya en el suelo recorrimos el corto camino de vuelta al coche alumbrados por nuestros frontales y compartiendo las experiencias de la escalada.


El domingo y último día decidimos hacer una ruta circular por la sierra de Bernia. Comenzamos a seguir las marcas que salen desde el parking hasta que nos llevan a un curiosos agujero en la pared, que resulta ser… ¡una cueva! Al principio nos agachamos porque no cabemos por ella y vamos avanzando mientras se va haciendo cada vez más alta, hasta que llegamos a la salida, que parece de cuento con unas vistas impresionantes.

Seguimos la ruta tras esta agradable sorpresa hasta tomar un desvío que se dirige a la cumbre, a la cual se llega por una cresta desde donde se puede ver gran parte de la Sierra Alicantina. Una vez arriba, el viento sopla con tanta intensidad que a veces nos tira y nos impide poder escucharnos los unos a los otros, por lo que decidimos bajar rápido.

Llegamos de nuevo al coche para volver a Madrid, a donde llegamos de noche y el frio es el primero en darnos la bienvenida.


Al llegar a casa y deshacer la mochila vuelvo a sacar los pantalones cortos junto con las chanclas, el cortavientos de montaña y los pies de gato. No puedo seguir pensando, curioso equipaje para un puente de noviembre.
Marina Pérez

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